Las cabañuelas son un método de predicción ancestral arraigado en el ámbito rural.
La palabra en sí proviene de la fiesta del Sucot (choza, cabaña, cabañuela), de tradición judía, que se celebra al acabar la vendimia y en la que se construían cabañas o cabañuelas, donde comían y dormían mientras duraba la fiesta y había una ceremonia en la que pedían que lloviera.
En nuestra zona el método para elaborarlas consiste en la observación del tiempo en los 12 ó 24 primeros días del mes de agosto.
Para hacer la predicción, el cabañuelista observa el tiempo del día en cuestión (el 1 de agosto correspondería al mes de agosto, el 2 de agosto a septiembre, etc.), la forma de las nubes, la dirección del viento, el estado de la Luna, pero además también, el comportamiento de los animales, el olor de los desagües, etc.)
Por supuesto, no tienen más que el valor de simple curiosidad y tradición, pero carecen de cualquier validez como método científico.
El ejemplo más típico de predicción a través de las cabañuelas es el famoso Calendario Zaragozano, que se publica ininterrumpidamente desde 1840 y que hace una predicción para todo el año.
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